martes, 19 de marzo de 2013

BARINAS TIERRA LLANERA





Al describir nuestro estado Barinas, podríamos decir que posee características muy particulares. Está situado en la parte alta de los Llanos Sur-Occidentales de Venezuela. Es uno de nuestros principales Estados llaneros; pero al Oeste del mismo lo conforman una gran madeja de montañas, lo que hace que algunos le describan como andillano.
Su capital, Barinas está situada a la margen derecha del río Santo Domingo, nervio central de la cordillera y majestuoso río de corriente impetuosa y aguas cristalinas. Se encuentra ubicada sobre una terraza formada por materiales de la edad cuaternaria (formación Guanapa) de topografía plana, a 152 m.s.n.m., con una temperatura media de 27° C (según Codazzi) una latitud norte de 8° 37’ y longitud Este 70° 13’.
Nos refiere el historiador J.E Ruiz-Guevara que “estas llanuras de Barinas, aunque bastante tiempo después, fueron pobladas por multitud de conglomerados humanos, que por cuestión social habrían de establecer contactos con las masas humanas de la Montafía y de los llanos vecinos. Para la fecha de la Invasión hispana ocupaba estas tierras barinesas algunas naciones aborígenes, tales como las Amaibas, Aitures, Baraures, Barrancas, Cúcaros, Curaguas, Cherechiremas, Dásaros, Duriguas, Güeros, Tobores, Tucuriguas, Torunos, Puyures, Guaruríes, Suripaes y otras que, en una forma u otra dieron que hacer al extranjero usurpador.”
En el histórico e interesante libro: “El Llanero” de Daniel Mendoza (aunque algunos escritores aseguran que este es otro seudónimo de Rafael Bolívar Coronado) leemos que el primer hato llanero lo fundó el colonizador español Cristóbal Rodríguez, a unas veinticinco leguas del sitió en que está hoy Calabozo. Con razón señala que el abolengo andaluz es en parte el elemento étnico llamado hoy con toda propiedad: Llanero.
El conquistador del llano “era un elemento vigoroso, con mucha sangre y fuerzas orgánicas, palpitantes, recias en la espesa red de sus nervios, y al chocar con aquel otro elemento pálido y entenebrecido por una naturaleza calurosa y monótona, venció y se impuso sin mayores resistencias hasta el extremo de hacerle desaparecer.” El llanero es el resultado de la mezcla del conquistador, el aborigen y el africano. De allí le viene su controversial conducta. Los andaluces introdujeron en tierras llaneras las costumbres, los sistemas de organizar vacadas, someterlas y domarlas. Así se dio el proceso de fundación de las primeras poblaciones organizadas del llano.
La primera población fundada en territorio barinés fue Altamira de Cáceres el 30 de junio de 1577 por el capitán español Juan Andrés Varela, sobre una meseta situada aproximadamente a unos 80 kilómetros de Mérida. A principios del siglo XVII el tabaco que se producía en la zona era mundialmente conocido por su calidad.
La ciudad de Barinas comenzó a poblarse a partir de 1742. Referirnos a su fundación, realmente es un tema bastante escabroso, por cuanto ha traído como consecuencia una polémica suscitada entre los historiadores y se ha mantenido a través del tiempo.
A mi criterio considero que el sitio donde esta actualmente la ciudad de Barinas, tuvo vigencia a partir de 1762, año éste en que es reconocida oficialmente como verdadera ciudad, según autorización de don José Solís, Virrey de Santa Fé de Bogotá, y aprobación Real de 4 de diciembre del mencionado año. Prueba evidente es que el 4 de diciembre de 1962, la municipalidad celebró en Barinas los doscientos años de fundación de la ciudad, en el sitio donde esta actualmente.
La ciudad de Barinas, como la mayoría de las ciudades coloniales de Venezuela, comenzó a formarse con construcciones que aún se mantienen en el tiempo.
En nuestra llamada ciudad marquesa a pesar de la mala política empleada por algunos gobernantes, que ha generado un alto grado de inconciencia y perdida de identidad. Existe también sentido de pertenencia, que nos hace entender que aún contamos con edificaciones que nos señalan la huella de aquel pasado glorioso, de opulencia y nobleza que vivió la sultana de los llanos.
Entre las mansiones coloniales que muestran la hidalguía de la noble y leal ciudad, están: la antigua cárcel pública, hoy Casa de la Cultura “Napoleón Sebastián Arteaga”, El Palacio del Marqués, La Casa de Los Pulido, La Catedral “Nuestra Señora del Pilar” y La vieja casa Tapiera.
El deterioro en que se encuentran muchas de estas coloniales casas barinesas, es evidente, sus estructuras están resentidas como consecuencia del mal uso que por muchos años, han sido sometidas y el indebido mantenimiento que se les ha dado.
El 19 de abril de 1810, se inicia el Movimiento Revolucionario que más tarde determinaría la separación de Venezuela del dominio Español y  el 5 de mayo de ese mismo año la Provincia de Barinas se incorpora al citado Movimiento Revolucionario, los patriotas barineses y habitantes de la sultana de los llanos, se reúnen en esta ciudad con la finalidad de planificar las acciones a seguir en la lucha por la independencia;  encendiendo así, las antorchas de la libertad.
La Provincia de Barinas en los albores de la independencia, era una de las opulentas, ricas y florecientes de la Capitanía General de Venezuela, por cuanto esta ciudad, además de Caracas era la única que había caballeros elevados a la categoría de condes y marqueses. Era tanta la riqueza que existía y no hallando en que emplear su abundante fortuna, pensaban condecorarse con títulos de nobleza.
Barinas recibe la guerra de independencia  con sus llanuras colmadas de ganado vacuno y caballar. Los hatos barineses tenían una producción anual de cuatro mil novillos. Don Manuel Antonio Pulido dueño del antiguo hato La Calzada, prometió donar mil caballos para incorporarlos a la lucha por la independencia, pero antes de entregarlos quería saber de que color los querían.
Estas aseveraciones, pueden ser leyendas llenas de magia o impregnadas de esa fantasía que desanda por la sabana barinesa. Pero sin duda que Barinas brindó todo el apoyo logístico a la guerra; sus llanuras eran el mejor escenario para su preparación; los barineses contábamos con el dinero, la comida, el ganado, los mejores hombres y toda la logística necesaria para emprender tal empresa.
            Aquel 5 de mayo, Barinas con todo su esplendor y belleza, pujante y rica asume el compromiso de secundar resueltamente el Movimiento Revolucionario de Caracas para luego irradiar con la quinta estrella en el azul de nuestra Bandera.
Por tal razón, considero que la actitud asumida por los nobles y leales barineses de 1810 es sencilla de entender. El Movimiento Emancipador estaba encabezado por los ricos y  mantuanos de Barinas, los cuales sólo pretendían separarse de España, en busca de una autonomía política y comercial que les permitiera una directa y mayor participación en el mercado mundial.
            Pero a la vez hay que reconocer que estos señores, no vacilaron en dar todo por la libertad de la patria, eran tiempos donde existía, el honor, la dignidad, la palabra empeñada, la solidaridad entre las familias. Don Nicolás Antonio Pulido, cuando se celebraba el Cabildo Abierto, le manifestó a sus amigos, “¿Qué más quieren ustedes? todo lo tienen, y todo se proponen perderlo, van a perderse y arruinar estos pueblos, por mi parte, tendré que seguir la suerte común; y lo peor que voy a hacerlo con la íntima convicción de que vamos a un suicidio”.
Don José Ignacio del Pumar, uno de los hombres más ricos de la comarca, cuando en 1814, ya anciano se le pidió que rectificara en su propósito de luchar por la libertad de la patria, no dudo en mantener su palabra empeñada y entregar su vida. Muriendo emparedado en la cárcel de Guanare.
            El Libertador refiriéndose a los barineses en carta dirigida a Santander, en 1818, afirma “El legítimo barinés que dice ser su amigo, lo es en toda época y en todas las circunstancias; y el que dice ser enemigo, lo es sin doblegar, pero con nobleza, porque lo hace a cara  descubierta. El legítimo barinés tampoco sabe pedir, pero si sabe dar con generosidad”. Esto confirma  que los barineses lo dieron todo por la felicidad de la patria, no vacilaron en entregar toda su fortuna y hasta su vida para liberarse del dominio español. Y que la dignidad está por encima de todas las cosas.
            En los actuales momentos Venezuela vive tiempos de nuevos rumbos y creación de nuevos paradigmas sustentados en la participación democrática; pero si no somos consecuentes con el discurso, originará agites políticos, sociales y económicos de tal trascendencia que nos exigirá actuar con coraje y valentía, pero con la convicción, dignidad y entereza que caracterizaron a esos hombres y mujeres que lucharon por liberar nuestra patria de todo dominio extranjero.
            Barinas, también fue el principal escenario de la guerra de la Federación. En Santa Inés, al sureste de la ciudad, se libró la célebre Batalla, una de las principales acciones de la Guerra Federal, que resultó con el triunfo de las tropas federalista al mando del general Ezequiel Zamora el 10 de diciembre de 1859.
            Después del fallecimiento del general Juan Vicente Gómez (1935) y como consecuencia de las campañas sanitarias, del resurgimiento de la economía agropecuaria y del hecho de haberse encontrado petróleo en el subsuelo del Estado, así como de sus enormes recursos naturales, tales como madera, ganado y fértiles tierras, la ciudad capital, comenzó a progresar con rapidez, siendo actualmente una de las principales ciudades de los llanos venezolanos y el estado Barinas, esta considerado el segundo de mayor crecimiento económico del país. Con legítimo derecho a la ciudad de Barinas, se le llama la capital del llano.
ORIGEN DEL NOMBRE DEL MUNICIPIO

Barinas es una zona de transición entre el llano y la montaña, que es como decir entre el viento de la sabana y el verdor de la montaña. Metafóricamente muchos autores se han referido sobre ella, “Linda Barinas, tierra llanera camino de palma y sol”  (Eladio Tarife).
“Barinas, es una hoja de tabaco tendida sobre el llano. Ligado al tallo de los Andes, del páramo desprende su nervadura de ríos. Del páramo le vino la conquista y la pobreza. De los ríos, la prosperidad. De la tierra, en  un cruce de culturas y de razas, le viene el conflicto y la esperanza. Del viento barinés, la selva y la poesía. Barinas son los ríos el tabaco y el viento”. (Orlando Araujo).
Barinas “un sitio en pleno llano, notable por la belleza de sus panoramas, la diafanidad de su cielo y el esplendor, de sus crepúsculos” (Simón A. Jiménez).
“Barinas, Ciudad Viajera” (Virgilio Tosta).
“Barinas, Tierra de marqueses” (José León Tapia).
            Tierra de historias y leyendas, la sultana de los llanos, donde galopa la fantasía en medio de sus hermosas y anchas sabanas. La que figura en nuestro Pabellón Nacional por el heroísmo de sus hijos y por el apego a la libertad. Barinas, la capital del llano, bella y hermosa.
Es tierra de ensueño y progreso.
            Su origen proviene del vocablo indígena Varyna, tribu que habitaba la zona. Por la S en que termina queda demostrado históricamente que se trató en castellano de un etnónismo local: Los indios Barinas; convertido pronto en topónimo. “acabó por llamarse Barinas debido al nombre de una tribus jirajaras” (p. Vila II, 321). Etim. Puede venir del alófono de PARI, que es Bari o del alófono de  WARI, que es Vari, + na por lo tanto ¿será el río Santo Domingo?
Según Ramón A. Tovar: Barinas o Varinas viene de: “Nombre de una leguminosa muy extendida en la zona; afecta a los terrenos húmedos; ostenta una flor amarillo intenso”. En Boletín de la Academia Nacional de la Historia, octubre dic. 1975.
Barinas, es nombre sonoro, es melodía, hermosa mujer andillana, cuna de la poesía. 

MORFOLOGÍA URBANA DE BARINAS

La doctora Catalina Torres de Ruiz-Guevara, en su libro: “La Iglesia Matriz de Barinas en su contexto urbano”, (1994), señala, que Barinas inicia su trazado partiendo de la plaza mayor (hoy, plaza Bolívar) y desde este espacio urbano se ordenan las principales calles extendidas de Este a Oeste (hoy calles Bolívar, Arzobispo Méndez, 5 de Julio y Cedeño) encontradas con las actuales avenidas doctor Rafael Medina Jiménez, Marqués del Pumar, Sucre, Briceño Méndez y Páez, concebidas en líneas rectas y orientadas hacia los puntos de acceso a la ciudad.
En el proceso de guerra federal, el ordenamiento de la ciudad jerarquizó la disposición del espacio en función de la concentración del poder civil, político y eclesiástico, no acatando a cabalidad lo dispuesto en las ordenanzas que en esa materia hallábanse  contempladas en las Leyes de Indias no obstante siguiese la tradición de las ciudades españolas de trazado regular, que a modo de tablero de ajedrez organizaba las sedes representativas de los poderes en torno a la plaza mayor.
1859, año de la revolución federal, en este proceso como en el de la Independencia, Barinas sufre los abatares de la guerra por ser principal escenario de esta revolución. La ciudad fue incendiada y casi desaparece.
En 1909, la ciudad de Barinas, entonces, reducida a su mínima expresión y sin experimentar un mayor crecimiento cuantitativo al igual que la mayoría de las ciudades venezolanas durante las primeras décadas del siglo XX, que no eran más que un puñado de aldeas regadas en un amplio territorio.
Hay que señalar que es a partir de 1936, en el gobierno del general Carlos Jordán Falcón que la ciudad comienza a experimentar cambios sustanciosos en su morfología arquitectónica, construyendo  en su gestión de gobierno el edificio sede del hospital Dr. Luís Razetti, hoy asiento de la alcaldía de Barinas y la restauración de las ruinas del antiguo palacio del marqués, aún presentes en la actualidad aunque sufriendo los cambios en su estructura original.


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